También Freud sufrió penurias, como una epidemia de gripe, dos guerras, y hasta el exilio.

Todos conocemos aquella historia del neurólogo que hacía con sus enfermos “nerviosos” a fines del siglo XlX lo que se hacía por entonces. Es decir, se diagnosticaba una enfermedad a partir de los síntomas que traían los enfermos, se les daba una medicación para disminuir esos síntomas y alguna otra cosa como baños, electricidad, y no mucho más.
Pero, como esos métodos no daban resultado, Sigmund Freud empezó a buscar otros caminos. Hubo algo que le llamó la atención: los pacientes tenían necesidad de hablar con él, y se dedicó a escucharlos. Es más, los alentó para que hablaran libremente y les preguntaba detalles de lo que le contaban.
Freud y su análisis de las cárceles y los delincuentes de hoy .
Una paciente lo ayudó en ese camino cuando, molesta porque Freud, según ella, la interrumpía todo el tiempo con preguntas, le dijo que no lo hiciera, y que la dejara hablar.
Dejó de interrumpirlos, y se dedicó a escuchar sus relatos de la infancia, de sus miedos, y sus esperanzas, algún que otro sueño o pesadilla, y en ese escuchar libre, descubrió poco a poco, que había un lugar que no era el de la conciencia, que se expresaba veladamente en esos relatos.
Aprendió así a escuchar lo que llamó inconsciente, y a comunicarle a sus pacientes lo que descubría en sus relatos, y pudo ver cómo sus padecimientos psíquicos que a menudo repercutían en su físico, se aliviaban o desaparecían.
Desde entonces todos los psicoanalistas aprendimos a escuchar cada vez mejor las fantasías inconscientes de nuestros pacientes.
También Freud sufrió penurias que lo abarcaban a ambos, como una epidemia de gripe, dos guerras, y hasta el exilio.
¿Qué hizo Freud? Siguió escuchando cada vez con el oído más afinado para detectar lo inconsciente de sus pacientes y el suyo propio.

El padre del psicoanálisis llegó al teatro argentino, con las excepcionales actuaciones de Jorge Suárez como Sigmund Freud y de Luis Machín como C.S. Lewis, quienes representaron “La última sesión de Freud”, un profundo debate entre ambos, con la puesta rica en climas de Daniel Veronese.
Nos toca a nosotros, herederos de su legado, compartir con los pacientes este mundo extraño de hoy que nos toca vivir, e incluso continuar nuestra tarea desde lejos, tan lejos como nos aleja (y nos acerca) el mundo web.
Seguimos escuchando. Escuchamos el sin sentido, reconstruimos la historia, viajamos en un tiempo que es histórico y a la vez es actual, interpretamos y, cuando todo pase, construiremos una y otra vez todo de nuevo “…sobre un fundamento tal vez más sólido y más duraderamente que antes”, como Freud escribió en 1915 en “La transitoriedad”.
(*) Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Autora entre otros de los libros “Los sueños” y “Claves para escribir sobre psicoanálisis”.