El hallazgo del cuerpo de Priscila Martínez, de 15 años, enlutó a la localidad de La Banda, en Santiago del Estero, donde la chica fue vista por última vez el pasado 20 de febrero.

Se trata de Rubén Ávila, primo de la mamá de Priscila, quien ya se encontraba detenido desde mediados de marzo por violar y golpear a otra menor. Los vecinos del barrio Los Lagos afirman que el hombre “no tenía buena fama”, pero la joven confiaba en él y solía pasar tiempo en su casa. Finalmente, fue una pista caligráfica la que incriminó a Ávila en la investigación por la desaparición de su sobrina.
Durante estos meses de búsqueda, la familia de Priscila recibió una carta presuntamente escrita por la chica que decía: “Hola tía, estoy embarazada. No vuelvo a casa, me junté”. Sin embargo, los expertos determinaron que la letra no era de la víctima y que si podría ser del sospechoso, publicó El Liberal.
Los vecinos también aportaron sus sospechas y declararon que unos días después de la desaparición de Priscila el imputado hizo trabajos de construcción en su vivienda. Cuando las evidencias en su contra lo dejaron acorralado, Ávila no tuvo otra opción que confesar ante la policía.
“La maté y la enterré debajo de mi cama. Le puse cemento encima”, fueron las palabras de Ávila cuando la búsqueda de su sobrina ya llevaba casi dos meses. Su afirmación derivó en un rastrillaje y los perros de la policía encontraron la huella de la menor: estaba tapada con cemento en la habitación del detenido.
En medio del dolor y la bronca, los familiares de la joven asesinada hablaron con Noticiero 7 y prometieron venganza. “Este infeliz va a pagar todo, cuando salga en libertad lo voy a matar con mis propias manos. Yo tengo un gran dolor pero él va a tener el doble”, expresó la mamá de Priscila.