“El niño no es un sujeto pasivo ante los juguetes”, advierte Agustina Ramírez Bustos.

La psicóloga Agustina Ramírez Bustos advierte sobre las elecciones que hacemos los adultos: “existe una desafortunada idea del juego, como acto simple de entretenimiento. Creemos que el niño es un sujeto pasivo que aprende del juguete, que recibe la información que este tiene para aportar, y se nutre con las posibilidades rígidas, estipuladas y estereotipadas que el objeto le puede dar. Creemos que no tiene ni voz ni voto. No hay nada más alejado de la realidad: el juego es una función vital para los bebés y niños. Es una actividad íntima y sagrada que les permite apropiarse del mundo y constituirse subjetivamente”.
¿Qué hacemos si al hijo varón le gustan los bebotes y la cocinita? ¿Y si a ellas les encanta disfrazarse de Spider Man? “Los dejamos ser”, responde Agustina. Ella es mamá de dos varones. Cuenta que a uno de sus hijos le encanta cocinar y jugar a que cocina. “Él se divierte, y no me importa mucho más. También me ha pasado que me pregunten por qué hay muñecas en el cuarto de mi hijo; y no quiero ni saber lo que pensarían si supieran que muchas veces la arrulla, las pasea en un cochecito improvisado, hasta ha hecho la mímica de darles la teta. Y la satisfacción que a mí me da como madre, de verlo feliz, sensible, conectado con sus emociones, siendo fiel a su deseo, libre y desprejuiciado”, agrega.

“Y es que el mundo es uno solo para ellos, somos nosotros los que le ponemos miles de categorías delante de las narices. Y quienes necesitamos satisfacer nuestras necesidades y frustraciones personales puestas en ellos”, explica.

“Estamos direccionando el accionar y la capacidad de elegir de los niños, desde la etapa infantil. La información que reciban hoy afectará sus decisiones para siempre, les pintará el cielo del color que verán cada día de su vida. Y somos nosotros los responsables de no entorpecer esos procesos con nuestros deseos egoístas y prejuicios”, concluye.